

Dra. Eka Pérez-Franco
Algeólogo Orofacial –Desórdenes Mandibulares –Medicina del Sueño
El bruxismo (el charrasqueo o apretamiento de los dientes de manera inadvertida), se asoció durante mucho tiempo, a la mala mordida o maloclusión.
Hoy sabemos, basados en evidencia científica, que el bruxismo es un desorden del sueño, que puede verse afectado por múltiples factores.
El bruxismo es común en niños, hasta los 12 o 13 años de edad, época en la que desaparece, en más de un 70 % de los casos. En adultos, cerca del 20 % de la población, puede presentar bruxismo nocturno.
Este desorden, involucra movimientos involuntarios de los músculos masticatorios, que pueden ser movimientos hacia los lados (con o sin contacto o charrasqueo de los dientes), movimientos centrales (apretamiento de los dientes) o una mezcla de estos.
Muchos factores se han asociado al aumento del bruxismo, entre ellos, el uso de sustancias estimulantes como cafeína o nicotina, el aumento en niveles de estrés o ansiedad, problemas distintos del sueño (como ronquidos, apnea obstructiva, sueño fragmentado, pocas horas de sueño, cambios en los horarios de sueño), el uso de ciertos medicamentos como antidepresivos, ciertas enfermedades o condiciones (parálisis cerebral), entre otros.
El bruxismo, puede ser un factor que contribuya a aumentar dolores de cabeza o dolores faciales; a largo plazo puede causar un trauma significativo a las estructuras de la articulación de la boca (Articulación Temporomandibular o ATM), puede asociarse a desgaste o fracturas dentales, lesiones en lengua o en las mucosas de la boca, asociarse a otros desordenes del sueño y potenciarles, entre otras posibles consecuencias.
Debido a que el bruxismo no se origina en la mala mordida, es incorrecto considerar que tratamientos que modifiquen la oclusión (forma en que los dientes contactan), deben indicarse para la “cura” del bruxismo.
Ninguna modificación de la mordida, alineación o forma de los dientes, va a producir una eliminación o “cura” del bruxismo.
En algunos pacientes, el bruxismo puede controlarse, modificando o alterando los factores que lo impactan (como factores de sueño, estrés, uso de sustancias estimulantes, nivel de contractura de los músculos masticatorios), y así, disminuir los efectos en las estructuras asociadas como articulaciones, músculos y dientes.
El bruxismo es complejo y multifactorial. Su manejo y tratamiento debe ser de manera integral, considerando cada uno de los aspectos que pueden modificarlo, amplificarlo o perpetuarlo, y debe ser manejado por un profesional idóneo.