

Los corticoides para uso durante el embarazo son uno de los grandes descubrimientos de la obstetricia. Fueron descubiertos desde el inicio de la década de los setenta pero su sólida sustentación se hizo a mediados de los años noventa. Se pueden usar entre las 24 y 34 semanas de embarazo en complicaciones muy específicas. Su objetivo es disminuir las complicaciones respiratorias, la hemorragia cerebral, complicaciones intestinales y las infecciones en los bebés que nacen prematuramente.
Entre las principales indicaciones están: labor de parto pretérmino (amenaza), ruptura de membranas (fuente), complicaciones como pre-eclampsia, cardiopatías, nefropatías, placenta previa. Es decir, sólo se deben indicar en casos de alta posibilidad de parto prematuro. No se justifica administrarlo en forma profiláctica. Los únicos dos medicamentos aceptados son Betametasona (dos inyecciones) y Dexametasona (4 inyecciones). No se justifica y puede ser perjudicial su administración semanal. Es cierto, los corticoides pueden generar efectos adversos pero la gran mayoría son por malas indicaciones.
En resumen, los corticoides usados durante algunas complicaciones del embarazo en tiempos muy específicos son de gran ayuda para los bebés, pero las malas indicaciones pueden ser de alto riesgo.
Dr. Paulino Vigil-De Gracia
Ginecólogo Obstetra
MD, MSPOG, FACOG, APMC.
Investigador Distinguido de SENACYT
Director de Docencia e
Investigación Instituto ISCIS