

Dr. Tiberio Rodríguez
Dermatología
La leishmaniasis cutánea, conocida como “picada de bejuco” o “úlcera de los chicleros”, es una enfermedad crónica de la piel, mucosas o vísceras producida por diferentes especies de protozoarios intracelulares del género Leishmania. En este escrito, me referiré a la forma cutánea, que es la que observamos con más frecuencia en Panamá.
Es una de las 10 enfermedades tropicales importantes para la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada año se registran dos millones de casos nuevos. En América, es una zoonosis selvática, es decir, se transmite por picaduras de artrópodos (chitras) en áreas selváticas. Predomina en agricultores, cazadores, arqueólogos, militares y viajeros aventureros.
La infección ocurre cuando la mosca Lutzomia (chitra o huele-huele) pica a un animal selvático infectado (reptiles, osos perezosos, zarigüeyas, perros, seres humanos), adquieren el protozoario y luego pican a otra persona u otro animal, transmitiéndolo. Posteriormente, entre 1 a 4 semanas después, aparecen las lesiones de leishmaniasis.
Las formas clínicas de leishmaniasis dependen de las defensas inmunitarias de la persona y la especie de parásito. Existen aproximadamente 11 tipos.
Estas formas clínicas se pueden dividir en: 1. Cutánea; 2. Cutáneo-mucosa y; 3. Visceral o Kala-azar.
La forma cutánea se origina como una “picada” no dolorosa con al pasar el tiempo se transforma en una úlcera que no sana, a veces con secreción e inflamación y puedes presentar pequeñas lesiones alrededor llamadas “satélites”. En ciertas personas pueden presentarse múltiples lesiones en casi cualquier parte de la piel expuesta (cara, extremidades).
La forma cutáneo-mucosa es aquella que se presenta inicialmente como una úlcera descrita anteriormente. Posteriormente, incluso años después, aparecen lesiones que afectan el tabique nasal, la cavidad bucal y la laringe.
Sólo para mencionar, la leishmaniasis visceral o kala-azar, afecta varios órganos como el hígado y el bazo. No he evidenciado este tipo de leishmaniasis en Panamá.
Para diagnosticar la enfermedad, aparte de ver la clínica del paciente, se pueden hacer biopsia de las lesiones y cultivos. También se hace la prueba de Montenegro, una inyección que se hace en la espalda del paciente y si es positiva (se forma como una roncha grande) ayuda a confirmar el diagnóstico.
Hay muchos casos que curan de manera espontánea, cuando visitamos áreas endémicas podemos observar personas con la cicatriz clásica de leishmaniasis autolimitadas. Cuando este no es el caso, el medicamento de elección son los antimoniales, de los cuales el más utilizado en nuestro país es el Glucantime. Se aplica intramuscular. Otros medicamentos utilizados son la Anfotericina B, Dapsone y Ketoconazol, con resultados variables. Es importante el aseo de las úlceras con jabones antisépticos.
Tópicamente se utilizan medicamentos como la Paromomicina e Imiquimod. A esto se le puede añadir terapias físicas como termoterapia, criocirugía y láser.
Es importante en el tratamiento de la leishmaniasis la erradicación del transmisor, la mosca Lutzomia, lo cual se logra: tratando a los enfermos, usando insecticidas, eliminando aguas estancadas, empleo de repelentes, uso de ropa gruesa con mangas y pantalones largos, uso de mosquiteros y evitar caminatas nocturnas en la selva.