

El uso de peeling químicos para tratar el envejecimiento cutáneo está bien establecido ya que presenta mínimos efectos adversos si son realizados por el personal idóneo. Además de mejorar la textura de la piel, reducir la hiperpigmentación y mejorar la apariencia de las arrugas, también son tratamientos útiles en patologías como acné y rosácea.
El principio del peeling es aplicar una sustancia química con la cual exfoliamos la piel, eliminando distintas capas produciendo así una renovación y mejoría en su apariencia ya que las células viejas y dañadas son sustituidas por capas de células nuevas. Según el agente utilizado se obtienen distintos beneficios, entre ellos el aumento del colágeno, lo que mejora la apariencia de las arrugas.
Podemos clasificar los peelings según el nivel de profundidad al que llega su efecto en la piel y así tenemos peelings superficiales (ácido glicólico y otros alfa hidroxiácidos), medios (tricloroacético 25%-35%) y profundos (fenol, tricloroacético >50%). Debe ser un Dermatólogo quien decida qué tipo de peeling es el que el paciente requiere. En el consultorio médico podemos realizar peelings superficiales y medios.
Durante el procedimiento es esperado una sensación de picor o ardor y un leve enrojecimiento del área tratada, que será más intensa dependiendo de la profundidad del peeling. A los 3 a 4 días siguientes al peeling se presenta una leve descamación de la piel posterior a lo cual vemos la mejoría en la apariencia de la cara. Es muy importante la protección solar luego del peeling para así evitar complicaciones como la hiperpigmentación
Cada paciente requiere una evaluación personalizada antes de la realización de un peeling ya que los cuidados posteriores para evitar complicaciones son muy importantes, además se deben seguir las indicaciones del Dermatólogo para evitar infecciones, herpes, cicatrices, alteraciones en la pigmentación o alergias.
Dra. Sheila Sánchez Chen
Dermatóloga