

El descubrimiento de un nuevo mecanismo involucrado en la depresión y una forma de combatirlo con un medicamento tan eficaz como los antidepresivos clásicos proporciona una nueva comprensión de esta enfermedad y podría allanar el camino para tratamientos con menos efectos secundarios.
Los resultados del estudio que se publica «Nature Medicine» supondrían además un paso importante para la curación de los pacientes con depresión mayor, ya que en aproximadamente un tercio de estos pacientes este proceso puede resultar largo debido a que los médicos tienen que encontrar, mediante prueba y error, el fármaco y la dosis apropiados para tratarlos. Y en los peores escenarios, en cerca del 33% de los pacientes, ninguno de los medicamentos existentes tiene ningún efecto.
«El medicamento que hemos probado también podría constituir un tratamiento con menos fallos», asegura Bruno Giros, de la Universidad McGill (Canadá). «Los antidepresivos clásicos tardan hasta tres semanas en tener un efecto y este nuevo enfoque podría dar periodos de respuesta más rápidos», señala el investigador.
Los científicos de la Universidad McGill y del INSERM examinaron, en ratone y pacientes, los mecanismos biológicos y moleculares que interaccionan en las neuronas durante el tratamiento con un antidepresivo clásico. El objetivo del estudio era mostrar cómo los antidepresivos actúan sobre dos neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo: la serotonina y la norepinefrina.
Cuando dichos neurotransmisores entran en contacto con los receptores situados en la superficie de las neuronas, desencadenan una serie de cascadas de señalización dentro de la célula. Por lo tanto, al igual que en una carrera de relevos, varias moléculas transmiten instrucciones, para ser entregadas al núcleo, diciéndole que active o inactive la expresión de los genes involucrados en diversas funciones biológicas. Debido a que los antidepresivos actúan directamente sobre dos neurotransmisores multifuncionales, se producen además una serie de efectos adversos.
Los antidepresivos clásicos tardan hasta tres semanas en tener un efecto y este nuevo enfoque podría dar periodos de respuesta más rápidos.
Este nuevo fármaco potencial, que está protegido por una patente, fue desarrollado por Melkin Pharmaceuticals, una biotecnología cofundada por Giros.
La investigación de Giros ha indicado además que Elk-1 se muestra prometedor como un biomarcador terapéutico para determinar qué pacientes son más propensos a responder a los tratamientos.
Fuentes: ABC Salud